El último concilio ecuménico de la Iglesia Católica comenzó el 11 de octubre de 1962 y contempló la realización de cuatro sesiones que finalizaron en 1965, donde un total de 2.450 obispos de todo el mundo debatieron en relación a la promoción de la Fe católica, lograr una renovación moral de la vida cristiana desde los fieles y adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades de un nuevo tiempo.